miércoles, 28 de octubre de 2009

Treinta años de ecologismo murciano

Artículo de Miguel Ángel Esteve Selma, publicado el pasado día 21 (perdón por el retraso) en La Verdad de Murcia, con motivo de los 30 años del movimiento ecologista en la Región, organizadas por Ecologistas en Acción.

El artículo nos ha llegado gracias al Foro Ciudadano de la Región de Murcia.

En 1973 oí por primera y última vez el sonar de las caracolas marinas en la huerta de Murcia. La crecida del Segura y del Guadalentín había inundado toda la huerta y llegaba a la puerta de mi
casa en la carretera de Alcantarilla, una huerta y un río que ya entonces sentía enfermos, muy enfermos. Ese mismo otoño se alzaron las primeras voces contra el proyecto de una central nuclear en las proximidades de Cabo Cope. Sí, efectivamente, la misma Marina de Cope sobre la que hoy, tras ser desprotegida por el Gobierno popular hace ahora 8 años, se cierne el proyecto magalómano de miles de chalets y plazas hoteleras, varios campos de golf y un puerto interior. Ese mismo año de 1973 se crea la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), la pionera del naturalismo murciano. Cuatro años después, un grupo de estudiantes de biología y química de la universidad de Murcia organizamos el Grupo Ecologista de la Región Murciana (GERM), con una mirada más ambientalista y social. El Grupo Ecologista Mediterráneo y el Grupo Ecologista del Campo de Cartagena se incorporan a la tarea de forma prácticamente simultánea. Se empiezan a difundir en la opinión pública los problemas ambientales y sociales asociados a la contaminación de Cartagena, el Mar Menor, Portmán, los puertos deportivos, la política hidráulica, las grandes infraestructuras viarias, la huerta de Murcia, el río Segura, la energía nuclear, la política forestal y otros muchos temas que hoy tratamos a diario y que entonces resultaban prácticamente desconocidos para el conjunto de la ciudadanía. Ese lustro de los setenta fue el del incipiente despertar verde de los murcianos y las murcianas.

En mayo de 1980 organizamos las primeras jornadas ecologistas. Se celebraron en Cartagena. Durante esos años esta ciudad había sufrido episodios de contaminación atmosférica tan graves que con la normativa vigente entonces tendría que haberse evacuado al total de la población en varias ocasiones. Más que las conferencias, comunicaciones técnicas, pasacalles reivindicativos y las obras de teatro de denuncia ecológica, recuerdo de aquellas jornadas la mirada entre expectante y resignada de los niños de Lo Campano, una barriada marginal de Cartagena en la que decidimos trabajar esos días, donde a la pobreza y degradación social, se le añadía un aire irrespirable repleto de óxidos de azufre y de plomo. Esos niños encarnaban sin saberlo la conexión entre la sensibilidad ambiental y la justicia social, algo que hemos intentado no olvidar nunca durante estos años.

Los años 80 fueron duros, muy duros. La lucha de la coordinadora Pro-Río Segura, con sus marchas en bici y manifestaciones por un río vivo, con ecologistas detenidos y grandes movilizaciones que han durado hasta hace pocas fechas. Y es que entonces cuando te acercabas al río la respuesta más probable era el vómito, por su estado inmundo y por vergüenza ajena ante unas administraciones públicas ambientalmente insensibles, miopes y cínicas hasta la saciedad. Desgraciadamente en esto último hemos avanzado poco. Los 80 fueron también época de batallas por la conservación de la naturaleza que aún resistía en la Región. Los frentes fueron espacio natural por espacio natural. Primero las salinas y dunas de San Pedro del Pinatar, donde la empresa Solina, de capital holandés, quería urbanizar un gran complejo turístico. Después Calnegre en Lorca, con intenciones similares por parte de promotores locales, y, sobre todo, Calblanque con Costa Paradiso, con inversiones previstas de unos 39.000 millones de pesetas para urbanizar todas sus playas salvajes. Tampoco debemos olvidar el gran trabajo que se hizo para evitar la explotación de las minas de fosfatos en el corazón de Sierra Espuña, donde además de los ecologistas de siempre, especialmente APEDSE de Alhama, se unieron los exploradores murcianos, alarmados profundamente al ver que hasta Espuña, el pulmón verde de la región, se veía amenazada por esa ambición desmesurada de explotar al máximo todo recurso natural con
independencia del patrimonio natural y cultural afectados, tan propia de los promotores, pudientes y administradores de esta Región que constituye su rasgo más identitario. En esos años visité por primera vez los juzgados, al ser denunciada la Coordinadora de Grupos Ecologistas de la Región Murciana (CGERM) por el director regional de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, como reacción a nuestras reiteradas críticas por lo que nos parecía un trato de favor hacia la empresa urbanizadora de Calblanque.

De aquellas batallas, además del gran éxito de la protección de todos estos espacios naturales, se obtuvo algo casi inesperado: la unidad de gestión administrativa en medio ambiente. En 1987 se crea la Agencia Regional de Medio Ambiente y la Naturaleza (ARMAN) dependiente de Presidencia, uno de tantos proyectos frustrados en una región experta en malgastar buenas iniciativas. Pero esto es otra historia. Aquellos que deseen conocer en mayor profundidad estos
treinta años y pico de ecologismo social en la Región de Murcia, o tienen simple curiosidad por este movimiento, les recomiendo asistan a las jornadas que tendrán lugar mañana jueves y el viernes, 22 y 23 de octubre, a partir de las 20 horas en el Colegio Mayor Azarbe, detrás
del Cine Rex, en Murcia. Es una buena oportunidad para comprender mejor la situación ambiental de nuestra Región, y las posibilidades que tiene cualquier ciudadano para incidir en nuestras condiciones de vida y en las de las generaciones futuras. Sólo debemos tener presente el devenir del río Segura o qué sería hoy Calblanque sin el esfuerzo altruista de los ecologistas. Una cita ineludible si uno presume de sensibilidad por el medio ambiente, la naturaleza y la justicia social. Haced el ánimo, os resultará divertido y gratificante. Os esperamos.

ACTUALIZACIÓN: El blog Desde mi cornijal hace una crónica gráfica y periodística del encuento en este enlace.

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